Estimado cantor de paso errante, y voz lijada por el alcohol,
Las brasas que en tu alma sangran, siguen mas vivas que nunca;
Cada una de tus palabras, hacen huella y dejan marcas;
He aquí, con él, el canto vivo de los que sus debiles carnes arrastran.
Cerca del mar, allá donde he aprendido; esa guitarra se apagó,
Ese verso surero sumergirse pareció, y en la candida espera,
El inmenso mar creyó, semejante fuego apagar;
Pero las olas fuertes, tu Grave destino no evitarán.
Puede decirse lo que quieran, pueden señalarte como quieran,
Marginarte, culparte, pueden pegarte, escupirte, lastimarte,
Pero callar la melodía del pobre, tapar con tierra un corazón noble,
Aquellas enseñanzas populares, jamás podrán olvidarse.
Tu cuero calma del frío, al que padece los eternos suplicios,
Tu prosa destila furia, paz, honra y trabajo,
Tu amor y pasión por lo cotidiano, no son meros desparpajos;
Hay que exprimir la osamenta, para no sufrir nuestra existencia.
Y no es por mera insistencia, que le dejo acá, don cantor rockero,
Argentino y criollo, la sensible experiencia y la enseñanza terrible,
Que un mentor de las llanuras, como una nube decide,
Apagar con agua tangible, el ardor de una llaga prescriptible.
nos mudamos
Hace 2 años
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