viernes, 22 de mayo de 2009

Una Redistribución que no es solo de Riqueza.



La redistribución de la riqueza no solo es una materia esencial en el establecimiento de la igualdad social, de eso que algunos lampiños nombramos como “justicia social”, no es solamente dar trabajo al que no tiene, o techo al que carece de vivienda, o un plan social de aunque sea unos mangos para poder comprar la leche y el pan que el piberío hambruno y agotado en energías requiere con urgencia. Redistribuir la riqueza no es únicamente sacarle al que mas tiene, al que mejor le va, al que el sistema productivo le da no solo todas las facilidades para que gane, y gane mucho, sino que también le otorga casi gratuitamente todas las herramientas de producción (las fuerzas productivas necesarias para desarrollar o reproducir sin inconvenientes determinada actividad) para repartir entre los que menos tienen: los que desde hace ya un par de generaciones no tienen la “suerte” de conocer lo que es la cultura del trabajo, que no se pueden cubrir con el brillo insoslayable de la “dignidad” que da el trabajo”, porque no lo conocen, porque vieron su suerte correr para el otro lado, porque tuvieron que huir despavoridos del hogar medio del que gozaban, al que habían alcanzado con algún oficio, y se instalaron, desalojados, en algún chaperio, se movieron en masa, masa de excluidos, a terrenos fiscales, libres, desterrados, paganos al fin… Una vez allí, la carroza de la inclusión, hostil ahora con ellos, pasaba de lejos, con un nuevo estándar de vida; ella y sus pasajeros se reían rodando por el asfalto que a ellos, los despojados, por estar ahora hundidos en el barro, no tenían.
La redistribución también nos une como sociedad en lazos fuertes de solidaridad. La redistribución no es solo redistribución de la riqueza sino también Redistribución de los compromisos. Compromisos que deben asumir las clases sociales más dinámicas del sector productivo argentino. Sin embargo, si hablamos de compromisos de clase, estamos hablando también de reconocimiento de clase. Que no es solamente reconocimiento a una clase, sino reconocimiento de una clase a otra. Intentar desconocer, ocultar, o negar la existencia real de la pobreza es no reconocer. Recluirse en un Country, o levantar un muro frente a una villa, es no reconocer.
¿Por qué los argentinos creamos GHETTOS, polarizando cada vez mas nuestras distancias sociales?¿Por qué nuestra orgullosa clase tilinga (en términos Jauretchianos) no encuentra mas remedio que la negación mediada por la represión y el ensombrecimiento a las reacciones de violencia producto de la exclusión social y la agresiva actitud de una economía de mercado relanzada por el neoliberalismo bajo la construcción resignificadas de los famosos Laissez Faire, Laissez Passer Smitiano?

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