jueves, 6 de enero de 2011

La Video politica y los desechos aun activos de la politica del “Fin de la Historia”


Los argentinos apenas emergemos de la basura cultural noventosa y de cara al 2011 ya mostramos rezagos resistentes de esa década que parece tan lejana como rara.

Comencemos por condicionar el contexto: una década de total apertura hacia la “gran maquina cultural”, deboradora de símbolos nativos, que transformo y reconvirtió gran parte de nuestra cotidianeidad, adaptándola a las necesidades de los grandes mercados hegemónicos de la época. Aparecieron las grandes cadenas de comida –Express- llegaron los grandes capitales extranjeros atraídos por mimosas tasas de interés y una muy pero muy dulce convertibilidad monetaria; empezamos a viajar a Miami y nos caracterizamos por el “Déme dos”, a tal punto nos alienamos de nuestra propia identidad, de nuestra propia historia, que realmente creímos que era “el fin de las Ideologías, el fin de la Historia.”

Esta época de tanta flexibilidad moral dejo marcas también en el espectro político; el pais ya venia arrastrando la ausencia de prominentes cuadros, de militantes pasionales, idos en tiempos de plomo, que además dejaron una huella de miedo y las puertas abiertas a la genuflexión, a la bajeza ideológica y a la introducción desmedida en la institucionalidad de referentes directos de los sectores mas concentrados de la economía argentina.

La formación politica de base dejo de relacionarse justamente con su piedra fundamental: la base. Siguiendo fielmente teorias de “derrame” la generacion se dio desde arriba, y las decisiones estructurales afectaron al llano porque simplemente sus politicas no estaban diseñadas desde esa perspectiva. Y los dirigentes que se formaron alli, al calor de esta nueva cultura, miraron a la sociedad, a su entorno, de la misma manera, desde la cuspide. En el medio de todo, entro a nuestros sentidos –consecuencia de los avances tecnologicos en el mundo- la “video politica”, o sea, la politica ahora completamente mediatizada por la producción y re-produccion televisiva. Símbolos, lenguajes y pautas nuevas entraron en juego, y en el barro donde se disputan las trincheras de la politica argentina las reglas cambiaron para nunca mas volver a la simplicidad de los tiempos dorados. Los objetivos mas importantes pasaron a ser estrictamente electorales, y se empezo a trabajar en eso, incluso se desarrollo toda una gran tecnocracia especializada en imagen y la creación de politicas destinadas a seducir a determinadas porciones del electorado que interesaba, de acuerdo a los objetivos fijados. Asi se genero también toda una corriente dentro de la politica comparada entendida en el estudio de los nuevos partidos politicos, definiendolos ahora como partidos electorales de masa, o profesional-electorales. Donde la lealtad al partido deja de ser una exigencia, y el sujeto político es ahora el “electorado de opinión” que consume medios masivos de comunicación.

Visto desde esta espesura, Fukuyama parecía tener razón, las ideologías estaban cada vez mas cerca del cementerio, y la historia llegaba a su fin, pues no habia mas qué contar, se habia ganado todo, el muro cayó y lo que podia ser la contrahegemonia comenzaba a desperdigarse por Europa oriental y asia. La Perestroika era el ultimo trago amargo antes de que el Woostok pisara con toda su fuerza las influencias de los jóvenes en Moscú. Sin embargo, una nueva crisis, un nuevo desplazamiento de los costos de la “fiesta” hacia los que menos tienen, y toda una sociedad mundial estructuralmente globalizada de la manera mas desigual posible, cuestiona otra vez las formas de acumulación y todo parece revitalizarse.

 

 

Huevos de serpiente engendrados por la video política de los noventa.

 

En un nuevo clima de época, en otras circunstancias, con nueva relación de fuerzas, y donde parece que la pujante contradicción social es canalizada de manera un poco mas equitativa se destacan figuras políticas emergidas solo de la medición publica de imagen. Sin una ascendente carrera en gestión política, demostrando la capacidad de gesta la cosa publica, sino solo mostrando los galardones que desde sus actividades privadas obtienen. Como si administrar gobierno fuese si quiera similar a gestionar una empresa privada, con otros objetivos, otra visión, otra misión. Sin embargo estas figuras miden bien; o por lo menos a priori lo demostraron. Cuestión que nos lleva a peguntarnos: ¿Es prominente, todavía, demostrar gestión publica a través de una carrera política ascendente con base estructural solida–desde el espectro ideológico que sea- para poder llevar a cabo una campaña política positiva en determinado momento; o solo con divisar objetivos cortos que permitan una buena medición a 4 ó 6 meses de una elección alcanza?

Por supuesto que en campañas electorales vale todo pero, es acaso el electorado una cosa uniforme y atemporal como para poder evaluar candidatos sin currículum institucionales, sin referencias publicas de circunscripciones locales? Por ejemplo, por qué dentro de la Provincia de Buenos Aires mide mucho mejor un caído del catre (en materia de gestión publica) como Francisco de Narvaez que todo un referente en gestión publica local, con aciertos y desaciertos, y hoy ministro provincial como Baldomero Cacho Alvarez. Ahí penetra la video política, en la opinión circunstancial, en el electorado de masa, donde la difusión de símbolos determinados se funden en la psiquis colectiva involucrando en la vida y en las necesidades cotidianas de las personas a un desconocido, a alguien que muchas veces incluso se desentiende de esas necesidades.

Temporalmente esta fue la herramienta científico-política de la derecha ante la gran movilización (espontánea y planificada) que despertaron desde casi mediados de siglo los grandes partidos de masa que cuestionaron el orden establecido. En nuestro pais, luego de la Hegemonía que durante mas de veinte años se estableció, hoy quedan huevos engendrados de esa gran serpiente madre, cascarones que empiezan a quebrarse y que de cara a un nuevo año electoral veremos qué resultados obtienen. Hoy tendrán que luchar con un fenómeno ya sólido a nivel nacional (aunque con algunas falencias), que es la militancia política; el laburo de base y comprometido con las bases, esa piedra fundamental que parece recuperarse.  

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